martes, 29 de mayo de 2018

4 POEMAS DE ILUSIÓN

SUS OJOS ABIERTOS UN AGUACERO VIAJERO
Eliad Jhosué Villarroel



Sufro
la antagónica
fiebre de un despertar vacío

Vivo asido          
a un desdén vagabundo
tropiezo, caigo…
se me hace pesado levantarme

Antes de fijar algún paso lúgubre
canto música de silencios
rodillas en tierra
suplicando por sus labios
deseando acariciar
su perfume desvanecido

Esa mujer
es ella asida ligera
a los llantos cerrados
es su piel,
 la magia de su aroma girando
la miro:
es tierna,
es bella,
es un ángel.

Enamorado
hago un esguince de sus manos
me aferro a su boca abierta, la beso
cuento cinco sentidos abiertos
son ellos
como un aguacero esmeralda
la siento
la quiero
es mía.

Cada vez que la miro a los ojos
la siento adherirse a mis sueños
vibra en prologando océano de plata
olas wagnerianas atrapan su carne
su silueta dibuja en mi corazón anhelos
canciones de otoño
vuelo de algún ave que emigra ligero.

Sus caderas son firmes,
absorben emociones
su mirada devora a la mía
es la soledad esperando
es el silencio que abrocha pasiones

Mis ojos negros son color de los suyos
Juegan a ser cuatro niños traviesos
Jugando en la arena con espuma marina
sus ojos son de lucero, mis ojos son de sol
los suyos son de noche, los míos son de luna
cuando se juntan hacen arrullo
y de la vida
un eterno parasol de ternura

Cuando se miran traviesos
los dos se ven en un espejo
por esos sus ojos y los míos son dos manos
se toman ligeros, se aprietan, se dan calor
y pintan de agua la luz
de un aguacero viajero

PÁJARO NEGRO DE PICO NARANJA
Eliad Jhosué

Aquel pájaro perturbo la sombra de un mediodía, su plumaje zurcía de negro azulado, brillaba como serpentinas de bronce recién pulidas.
Sus ojos de sueños se posaron en los míos, eran agujas que penetraban la razón y hurgaban en lo profundo del pensamiento.
El corazón se congeló por instante.
Sentí temor de su presencia de negro, sus pupilas enrojecidas dibujaban una nota cálida, había ansiedad en su obertura, su pico de blanco a naranja amenaza hundirse en mis ojos abiertos, dos dagas traviesas, sumariantes, penetrantes absorbieron el brillo deshelado en las retinas. Era ella o yo, yo y ella, amantes del día, amantes de la noche, zurcidos, hechizados.

Cuando reviente alguna aurora boreal en el oriente, ese pájaro volará quien sabe dónde y mi harapo de amor colgará deshecho, jugando con el viento, cabalgando sobre una pértiga anclada en un desierto abandonado.

Lágrimas de sal, vuelo descarnado.
Un querer perdido al alza de un vuelo imaginario.
El viento se lleva las penas rodando…

BAJO DEL CIELO,  BAJÓ DE LA TIERRA
Eliad Jhosué

Desde que se marchó a la indiferencia la calle es más grande, el cielo se viste de gris y blanco, su cubículo inesperado es una bóveda de ilusiones. Arriba la esperanza curte el sabor de sus labios abriendo recuerdos, abajo anida mil percepciones.

La tierra es un manto chico, se aleja, se acerca, es un espejismo, una fantasía comprimida. Un dolor engento, palidecido perfila ocasiones con ella, mirando la nostalgia desabrida, mordiendo las nostalgias desnudas. Mientras cauteloso el día muere esperando, deseo arrancar de su piel lo más sentido, enamorado, corriendo sereno a sus brazos, enyuntado a sus locas pasiones, enhebrado como un niño a sus senos nuevos, queriendo inevitable huir donde está su cuerpo virginal aun sin ser acariciado.

Arriba el cielo es una caja cerrada, abajo la tierra es una ventana abierta, arriba los vuelos y sus alas de sueños hace tiempo están en reposo constante, todo está en silencio, abajo, mi vida es una soledad perturbada, ¡Ah! Cuanto dolor presume mi verso, sin sus palabras, gestos y amores estoy atrapado entre el cielo y la tierra, apergaminado, falleciendo…

Cuando ella abra la bóveda del cielo y cierre las ventanas de la tierra, ya sin tormentas y sobre y bajo el calor de su cuerpo, la tierra y el cielo serán míos.

UNA HABITACIÓN EN LA CABEZA
Eliad Jhosué

Cuando tienes buenos amores en tus manos, es agua cristalina bebiendo de tu alma, es un gran sicomoro limpiando las penas, cultivando sus raíces de fuego en el medio de la cabeza, naciendo en el sistema nervioso, inoculando su dulce veneno en la espina dorsal, habita silenciosa, hace allí su casa, con primaveras, con lluvia con sol y nubes blancas.
No hay escapatoria, es una habitación sellada sin puertas y ventanas, un nidal de quimeras, nada entra y todo sale, pero todo se queda, es un altar de emociones que queman, allí nace el alba y muere cada ocaso y cada pensamiento enyuntado es por ella.
Lo buenos amores valen la pena, son como el oro y brillan como la más cercana estrella.
El que tiene un buen amor tiene una hermosa habitación en su cabeza

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