domingo, 6 de septiembre de 2015

LA ODA DE LOS LOBOS MUERTOS






CARNES PESADAS

EL TIEMPO NO PÉRDONA
Eliad Jhosué Villarroel

Lo malo de un ser humano cuando se  llega a muy viejo es que todo parece derrumbarse a las puertas de un abismo que sangra dolor, tristeza y nostalgias, la vieja juventud que ya no es se extingue a su última morada y da paso a ciertos factores que descontrolan las emociones, sentimientos y motivos agotados.

Los años viejos dan paso a mirar a través de una ventana que encandila la buena vista, empaña y ensordece, lastima y penetra en el corazón con una daga oxidada que cangrina la sabia de la buena vida estable. Todo lo que parecía en la pasada juventud motivar el alma, se torna mustio y olvidado, la experiencia y la madurez se instala en los sentidos y los entorpece, la palabra amor del enamoramiento desaparece del corazón y se anida en su interfaz un vacío que llora en silencio, todo romancero se ve cursi y en igual manera se pierde el don de soñar y de contemplar la vida como un botón de flor que se abre  en una aurora resplandeciente o como un retoño que nace tierno de un tronco cuyo desea vivir, crecer lo más alto buscando el sol y para oler en lo alto de su copa el aire de la montaña.

Los engaños y la infidelidades, los golpes y la rutina hacen en el corazón un hueco oscuro y profundo que el cerebro indiferente lacera con premura, lo impregna de telarañas y lo abandona a su suerte, ya nada será igual como en la juventud ausente, todo será en ver pasar los días anómalos sin dejar rastros que tengan lucidez, la audacia morirá y los recuerdos se anudaran a una inconsolable paradoja melancólica y sin quimera donde nunca más se podrá comprar un pasaje a otra estación donde se puedan aligerar las cargas y el camino tenga una antorcha para iluminar.

Algunas personas dejan de existir y mueren aun cuando están vivas, son cadáveres suspirando por un destino pintado a brocha gorda con un color de noche negra, caen derrotados esperando descansar en su dormitar a la eternidad.

Solo Dios podrá hacer hervir el fuego apagado de un corazón que palpita portando un turbión frío y desencantado, sin poesía y canciones que tararear: En este paso endurecido por los días melancólicos,  miles llenos de fe se aferran al altísimo y esperarán hasta el último hálito de su vida para mantener su esperanza en lo alto. Mientras pasan los días doliendo todo, el hombre viejo contemplará y sentirá en carne viva como su piel se precipita hasta caer a sus tobillos, pesadas como una condena inevitable y dolorosa.

Mirarse en el espejo después de viejo será revivir la maldición de la momia, millones dejarán de frecuentar el ojo de agua cristalizada y los más débiles la estrellarán de un puñetazo al ver la momificación que han sido objeto por el paso de los días.


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