SUS OJOS ABIERTOS UN AGUACERO VIAJERO
Eliad Jhosué Villarroel
Sufro
la antagónica
fiebre de un despertar vacío
Vivo asido
a un desdén vagabundo
tropiezo, caigo…
se me hace pesado levantarme
Antes de fijar algún paso lúgubre
canto música de silencios
rodillas en tierra
suplicando por sus labios
deseando acariciar
su perfume desvanecido
Esa mujer
es ella asida ligera
a los llantos cerrados
es su piel,
la
magia de su aroma girando
la miro:
es tierna,
es bella,
es un ángel.
Enamorado
hago un esguince de sus manos
me aferro a su boca abierta, la beso
cuento cinco sentidos abiertos
son ellos
como un aguacero esmeralda
la siento
la quiero
es mía.
Cada vez que la miro a los ojos
la siento adherirse a mis sueños
vibra en prologando océano de plata
olas wagnerianas atrapan su carne
su silueta dibuja en mi corazón anhelos
canciones de otoño
vuelo de algún ave que emigra ligero.
Sus caderas son firmes,
absorben emociones
su mirada devora a la mía
es la soledad esperando
es el silencio que abrocha pasiones
Mis ojos negros son color de los suyos
Juegan a ser cuatro niños traviesos
Jugando en la arena con espuma marina
sus ojos son de lucero, mis ojos son de sol
los suyos son de noche, los míos son de luna
cuando se juntan hacen arrullo
y de la vida
un eterno parasol de ternura
Cuando se miran traviesos
los dos se ven en un espejo
por esos sus ojos y los míos son dos manos
se toman ligeros, se aprietan, se dan calor
y pintan de agua la luz
de un aguacero viajero
PÁJARO NEGRO DE PICO NARANJA
Eliad Jhosué
Aquel pájaro perturbo la sombra de un
mediodía, su plumaje zurcía de negro azulado, brillaba como serpentinas de
bronce recién pulidas.
Sus ojos de sueños se posaron en los míos,
eran agujas que penetraban la razón y hurgaban en lo profundo del pensamiento.
El corazón se congeló por instante.
Sentí temor de su presencia de negro, sus
pupilas enrojecidas dibujaban una nota cálida, había ansiedad en su obertura,
su pico de blanco a naranja amenaza hundirse en mis ojos abiertos, dos dagas
traviesas, sumariantes, penetrantes absorbieron el brillo deshelado en las
retinas. Era ella o yo, yo y ella, amantes del día, amantes de la noche,
zurcidos, hechizados.
Cuando reviente alguna aurora boreal en el
oriente, ese pájaro volará quien sabe dónde y mi harapo de amor colgará
deshecho, jugando con el viento, cabalgando sobre una pértiga anclada en un
desierto abandonado.
Lágrimas de sal, vuelo descarnado.
Un querer perdido al alza de un vuelo
imaginario.
El viento se lleva las penas rodando…
BAJO DEL CIELO, BAJÓ DE LA TIERRA
Eliad Jhosué
Desde que se marchó a la indiferencia la calle
es más grande, el cielo se viste de gris y blanco, su cubículo inesperado es
una bóveda de ilusiones. Arriba la esperanza curte el sabor de sus labios abriendo
recuerdos, abajo anida mil percepciones.
La tierra es un manto chico, se aleja, se
acerca, es un espejismo, una fantasía comprimida. Un dolor engento, palidecido
perfila ocasiones con ella, mirando la nostalgia desabrida, mordiendo las nostalgias
desnudas. Mientras cauteloso el día muere esperando, deseo arrancar de su piel
lo más sentido, enamorado, corriendo sereno a sus brazos, enyuntado a sus locas
pasiones, enhebrado como un niño a sus senos nuevos, queriendo inevitable huir
donde está su cuerpo virginal aun sin ser acariciado.
Arriba el cielo es una caja cerrada, abajo la
tierra es una ventana abierta, arriba los vuelos y sus alas de sueños hace
tiempo están en reposo constante, todo está en silencio, abajo, mi vida es una
soledad perturbada, ¡Ah! Cuanto dolor presume mi verso, sin sus palabras,
gestos y amores estoy atrapado entre el cielo y la tierra, apergaminado,
falleciendo…
Cuando ella abra la bóveda del cielo y cierre
las ventanas de la tierra, ya sin tormentas y sobre y bajo el calor de su
cuerpo, la tierra y el cielo serán míos.
UNA HABITACIÓN EN LA CABEZA
Eliad Jhosué
Cuando tienes buenos amores en tus manos, es
agua cristalina bebiendo de tu alma, es un gran sicomoro limpiando las penas,
cultivando sus raíces de fuego en el medio de la cabeza, naciendo en el sistema
nervioso, inoculando su dulce veneno en la espina dorsal, habita silenciosa,
hace allí su casa, con primaveras, con lluvia con sol y nubes blancas.
No hay escapatoria, es una habitación sellada
sin puertas y ventanas, un nidal de quimeras, nada entra y todo sale, pero todo
se queda, es un altar de emociones que queman, allí nace el alba y muere cada
ocaso y cada pensamiento enyuntado es por ella.
Lo buenos amores valen la pena, son como el
oro y brillan como la más cercana estrella.
El que tiene un buen amor tiene una hermosa
habitación en su cabeza
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